Personajes
1
René
Descartes
(1596-1650)
, filósofo, científico
y matemático francés, a veces considerado el fundador de
la filosofía moderna.
Nacido en La Haye, Turena,
Descartes era hijo de un miembro de la baja nobleza y pertenecía
a una familia que había dado algunos hombres doctos. A los ocho
años le enviaron a la escuela jesuita de La Flèche en Anjou,
donde permaneció ocho años. Junto a los típicos estudios
clásicos, Descartes recibió enseñanzas de matemáticas
y escolasticismo, con el propósito de orientar la razón humana
para comprender la doctrina cristiana. El catolicismo ejerció una
gran influencia en Descartes a lo largo de toda su vida. Cuando concluyó
sus estudios en la escuela, cursó derecho en la Universidad de Poitiers,
y se licenció en 1616. Sin embargo, nunca ejerció la profesión
jurídica; en 1618 entró al servicio del príncipe Mauricio
I de Nassau-Orange, con la intención de seguir la carrera militar.
Descartes sirvió en otros ejércitos, pero su interés
se centró siempre en los problemas de las matemáticas y la
filosofía, a los que dedicó el resto de su vida.
Descartes peregrinó
a Italia de 1623 a 1624 y permaneció en Francia desde 1624 a 1628.
En este periodo, se dedicó al estudio de la filosofía y también
realizó experimentos de óptica. En 1628, después de
vender sus propiedades en Francia, se trasladó a Holanda, donde
vivió en diferentes ciudades, Amsterdam, Deventer, Utrecht y Leiden.
Fue quizá durante
los primeros años de su residencia en Holanda cuando Descartes escribió
su primera obra importante, Ensayos filosóficos, publicada en 1637.
La obra se compone de cuatro partes: un ensayo sobre geometría,
otro sobre óptica, un tercero sobre meteoros y el último,
el Discurso del método, que describía sus especulaciones
filosóficas. Éste fue seguido por otros ensayos, entre ellos
Meditaciones metafísicas (1641; revisado 1642) y Los principios
de la filosofía, (1644). El último volumen lo dedicó
a la princesa Elizabeth Stuart de Bohemia, que vivió en los Países
Bajos y con quien Descartes había entablado una profunda amistad.
En 1649 Descartes fue invitado a la corte de Cristina de Suecia en Estocolmo
para dar a la reina clases de filosofía. Sin embargo, los rigores
del invierno del norte le provocaron en 1650 una neumonía que causó
su muerte.
Filosofía
Descartes trató de
aplicar a la filosofía los procedimientos racionales inductivos
de la ciencia, y en concreto de las matemáticas. Antes de configurar
su método, la filosofía había estado dominada por
el método escolástico, que se basaba por completo en comparar
y contrastar las opiniones de autoridades reconocidas. Rechazando este
sistema, Descartes estableció: "En nuestra búsqueda del camino
directo a la verdad, no deberíamos ocuparnos de objetos de los que
no podamos lograr una certidumbre similar a las de las demostraciones de
la aritmética y la geometría". Por esta razón determinó
no creer ninguna verdad hasta haber establecido las razones para creerla.
El único conocimiento seguro a partir del cual comenzó sus
investigaciones lo expresó en la famosa sentencia: Cogito, ergo
sum, "Pienso, luego existo". Partiendo del principio de que la clara consciencia
del pensamiento prueba su propia existencia, mantuvo la existencia de Dios.
Dios, según la filosofía de Descartes, creó dos clases
de sustancias que constituyen el todo de la realidad. Una clase era la
sustancia pensante, o inteligencia, y la otra la sustancia extensa, o física.
Ciencia
La filosofía de Descartes,
a veces llamada cartesianismo, le llevó a elaborar explicaciones
complejas y erróneas de diversos fenómenos físicos.
Estas explicaciones, sin embargo, cobraron valor al sustituir los vagos
conceptos espirituales de la mayoría de los autores clásicos
por un sistema de interpretaciones mecánicas de los fenómenos
físicos. Aunque al principio estuvo próximo a la teoría
de Copérnico sobre el Universo, con su idea de un sistema de planetas
giratorios moviéndose alrededor del Sol, renunció a esta
teoría cuando fue considerada herética por la Iglesia católica.
En su lugar ideó una doctrina de los vórtices o torbellinos
de materia etérea, en la que el espacio estaba pleno de materia,
en diversos estados, girando sobre el Sol.
En el campo de la fisiología,
Descartes sostenía que parte de la sangre era un fluido misterioso,
que él llamó espíritu animal. Creía que el
espíritu animal entraba en contacto con la sustancia pensante en
el cerebro y fluía a lo largo de los canales de los nervios para
animar los músculos y otras partes del cuerpo.
Los estudios de Descartes
sobre óptica le llevaron al descubrimiento de la ley fundamental
de la reflexión; el ángulo de incidencia es igual al ángulo
de reflexión. Su ensayo sobre óptica fue el primero que publicó
una exposición de esta ley. El que Descartes tratara la luz como
un tipo de fuerza en un medio sólido, preparó el terreno
para la teoría ondulatoria de la luz.
Matemáticas
La contribución más
notable que hizo Descartes a las matemáticas fue la sistematización
de la geometría analítica. Fue el primer matemático
que intentó clasificar las curvas conforme al tipo de ecuaciones
que las producen, y contribuyó también a la elaboración
de la teoría de las ecuaciones. Descartes fue el responsable de
la utilización de las últimas letras del alfabeto para designar
las cantidades desconocidas y las primeras letras para las conocidas. También
inventó el método de los exponentes (como en x2) para indicar
las potencias de los números. Además, formuló la regla,
conocida como la ley cartesiana de los signos, para descifrar el número
de raíces negativas y positivas de cualquier ecuación algebraica.
Isaac Newton
(1642-1727)
matemático y físico
británico, considerado uno de los más grandes científicos
de la historia, que hizo importantes aportaciones en muchos campos de la
ciencia. Sus descubrimientos y teorías sirvieron de base a la mayor
parte de los avances científicos desarrollados desde su época.
Newton fue junto al matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz
uno de los inventores de la rama de las matemáticas denominada cálculo.
También resolvió cuestiones relativas a la luz y la óptica,
formuló las leyes del movimiento y dedujo a partir de ellas la ley
de la gravitación universal. Véase Mecánica.
Newton nació el 25
de diciembre de 1642 (según el calendario juliano vigente entonces;
el 4 de enero de 1643, según el calendario gregoriano vigente en
la actualidad), en Woolsthorpe, Lincolnshire. Cuando tenía tres
años, su madre viuda se volvió a casar y lo dejó al
cuidado de su abuela. Con el tiempo, su madre, que se quedó viuda
por segunda vez, decidió enviarle a una escuela primaria en Grantham.
Más tarde, en el verano de 1661, ingresó en el Trinity College
de la Universidad de Cambridge.
Newton recibió su
título de bachiller en 1665. Después de una interrupción
de casi dos años provocada por una epidemia de peste, volvió
al Trinity College, donde le nombraron becario en 1667. Recibió
el título de profesor en 1668. Durante esta época se dedicó
al estudio e investigación de los últimos avances en matemáticas
y a la filosofía natural que consideraba la naturaleza como un organismo
cuyo mecanismo era bastante complejo. Casi inmediatamente realizó
descubrimientos fundamentales que le fueron de gran utilidad en su carrera
científica.
El método de las fluxiones
Newton obtuvo en el campo
de la matemáticas sus mayores logros. Generalizó los métodos
que se habían utilizado para trazar líneas tangentes a curvas
y para calcular el área encerrada bajo una curva, y descubrió
que los dos procedimientos eran operaciones inversas. Uniéndolos
en lo que él llamó el método de las fluxiones, Newton
desarrolló en el otoño de 1666 lo que se conoce hoy como
cálculo, un método nuevo y poderoso que situó a las
matemáticas modernas por encima del nivel de la geometría
griega.
Aunque Newton fue su inventor,
no introdujo el cálculo en las matemáticas europeas. En 1675
Leibniz llegó de forma independiente al mismo método, al
que llamó cálculo diferencial; su publicación hizo
que Leibniz recibiera en exclusividad los elogios por el desarrollo de
ese método, hasta 1704, año en que Newton publicó
una exposición detallada del método de fluxiones, superando
sus reticencias a divulgar sus investigaciones y descubrimientos por temor
a ser criticado. Sin embargo, sus conocimientos trascendieron de manera
que en 1669 obtuvo la cátedra Lucasiana de matemáticas en
la Universidad de Cambridge.
Óptica
La óptica fue otro
área por la que Newton demostró interés muy pronto.
Al tratar de explicar la forma en que surgen los colores llegó a
la idea de que la luz del Sol es una mezcla heterogénea de rayos
diferentes —representando cada uno de ellos un color distinto— y que las
reflexiones y refracciones hacen que los colores aparezcan al separar la
mezcla en sus componentes. Newton demostró su teoría de los
colores haciendo pasar un rayo de luz solar a través de un prisma,
el cual dividió el rayo de luz en colores independientes.
En 1672 Newton envió
una breve exposición de su teoría de los colores a la Sociedad
Real de Londres. Su publicación provocó tantas críticas
que confirmaron su recelo a las publicaciones por lo que se retiró
a la soledad de su estudio en Cambridge. En 1704, sin embargo, publicó
su obra Óptica, en donde explicaba detalladamente su teoría.
Principios elementales
En agosto de 1684 la soledad
de Newton se vio interrumpida por la visita de Edmund Halley, un astrónomo
y matemático con el que discutió el problema del movimiento
orbital. Newton había estudiado la ciencia de la mecánica
como estudiante universitario y en esa época ya tenía ciertas
nociones básicas sobre la gravitación universal. Como resultado
de la visita de Halley, volvió a interesarse por estos temas.
Durante los dos años
y medio siguientes, Newton estableció la ciencia moderna de la dinámica
formulando las tres leyes del movimiento. Aplicó estas leyes a las
leyes de Kepler sobre movimiento orbital —formuladas por el astrónomo
alemán Johannes Kepler— y dedujo la ley de la gravitación
universal. Probablemente, Newton es conocido sobre todo por su descubrimiento
de la gravitación universal, que muestra como a todos los cuerpos
en el espacio y en la Tierra les afecta la fuerza llamada gravedad. Publicó
su teoría en Principios matemáticos de la filosofía
natural (1687), obra que marcó un punto de inflexión en la
historia de la ciencia, y además consiguió que su autor perdiera
su temor a la publicación de sus teorías.
La aparición de Principios
también implicó a Newton en un desagradable episodio con
el filósofo y físico Robert Hooke. En 1687 Hooke afirmó
que Newton le había robado la idea central del libro: que los cuerpos
se atraen recíprocamente con una fuerza que varía inversamente
al cuadrado de su distancia. Sin embargo, la mayor parte de los historiadores
no aceptan los cargos de plagio de Hooke.
En el mismo año de
1687, Newton apoyó la resistencia de Cambridge contra los esfuerzos
del rey Jacobo II de Inglaterra para convertir la universidad en una institución
católica. Después de la Gloriosa Revolución de 1688,
que expulsó a Jacobo de Inglaterra, la universidad eligió
a Newton como uno de sus representantes en una convocatoria especial del
Parlamento británico. Los cuatro años siguientes fueron de
gran actividad para Newton, que animado por el éxito de Principios,
trató de compendiar todos sus primeros logros en una obra escrita.
En el verano de 1693 Newton mostró síntomas de una severa
enfermedad emocional. Aunque recuperó la salud, su periodo creativo
había llegado a su fin.
Las conexiones de Newton
con los dirigentes del nuevo régimen de Inglaterra le llevaron a
su nombramiento como inspector y más tarde director de la Casa de
la Moneda en Londres, donde vivió hasta 1696. En 1703 fue elegido
presidente de la Sociedad Real, un cargo que ocupó hasta el final
de su vida. Como presidente, ordenó la inmediata publicación
de las observaciones astronómicas del primer astrónomo real
de Inglaterra John Flamsteed. Newton necesitaba estas observaciones para
perfeccionar su teoría lunar; este tema le proporcionó ciertos
conflictos con Flamsteed.
Newton también se
implicó en una violenta discusión con Leibniz acerca de la
prioridad de la invención del cálculo. Utilizó su
cargo de presidente en la Sociedad Real para que se formara una comisión
que investigara el tema y él, en secreto, escribió el informe
de la comisión que hacía a Leibniz responsable del plagio.
Newton incluso recopiló la relación de acusaciones que la
sociedad había publicado. Los efectos de la disputa se alargaron
casi hasta su muerte.
Además de su interés
por la ciencia, Newton también se sintió atraído por
el estudio de la alquimia, el misticismo y la teología. Muchas páginas
de sus notas y escritos —especialmente en los últimos años
de su carrera— están dedicadas a estos temas. Sin embargo, los historiadores
han encontrado poca relación entre estas inquietudes y sus trabajos
científicos.
Immanuel Kant
(1724-1804)
filósofo alemán,
considerado por muchos como el pensador más influyente de la era
moderna.
Vida
Nacido en Königsberg
(ahora, Kaliningrado, Rusia) el 22 de abril de 1724, Kant se educó
en el Collegium Fredericianum y en la Universidad de Königsberg. En
la escuela estudió sobre todo a los clásicos y en la universidad,
física y matemáticas. Tras la muerte de su padre, tuvo que
abandonar sus estudios universitarios y ganarse la vida como tutor privado.
En 1755, ayudado por un amigo, reanudó sus estudios y obtuvo el
doctorado. Después, enseñó en la universidad durante
15 años, y dio conferencias primero de ciencia y matemáticas,
para llegar de forma paulatina a disertar sobre casi todas las ramas de
la filosofía.
Aunque las conferencias y
escritos de Kant durante este periodo le dieron reputación como
filósofo original, no se le concedió una cátedra en
la universidad hasta 1770, cuando se le designó profesor de lógica
y metafísica. Durante los 27 años siguientes continuó
dedicado a su labor profesoral y atrayendo a un gran número de estudiantes
a Königsberg. Las enseñanzas religiosas nada ortodoxas de Kant,
que se basaban más en el racionalismo que en la revelación
divina, le crearon problemas con el gobierno de Prusia y en 1792 Federico
Guillermo II, rey de esa nación, le prohibió impartir clases
o escribir sobre asuntos religiosos. Kant obedeció esta orden durante
cinco años, hasta la muerte del rey, y entonces se sintió
liberado de su obligación. En 1798, ya retirado de la docencia universitaria,
publicó un epítome donde se contenía una expresión
de sus ideas de materia religiosa. Murió el 12 de febrero de 1804.
Filosofía
de Kant
La piedra angular de la filosofía
de Kant, a veces llamada filosofía crítica, está recogida
en su Crítica de la razón pura (1781), en la que examinó
las bases del conocimiento humano y creó una epistemología
individual. Al igual que los primeros filósofos, Kant diferenciaba
los modos de pensar en proposiciones analíticas y sintéticas.
Una proposición analítica es aquella en la que el predicado
está contenido en el sujeto, como en la afirmación ‘las casas
negras son casas’. La verdad de este tipo de proposiciones es evidente,
porque afirmar lo contrario supondría plantear una proposición
contradictoria. Tales proposiciones son llamadas analíticas porque
la verdad se descubre por el análisis del concepto en sí
mismo. Las proposiciones sintéticas, en cambio, son aquellas a las
que no se puede llegar por análisis puro, como en la expresión
‘la casa es negra’. Todas las proposiciones comunes que resultan de la
experiencia del mundo son sintéticas.
Las proposiciones, según
Kant, pueden ser divididas también en otros dos tipos: empírica,
o a posteriori, y a priori. Las proposiciones empíricas dependen
tan sólo de la percepción, pero las proposiciones a priori
tienen una validez esencial y no se basan en tal percepción. La
diferencia entre estos dos tipos de proposiciones puede ser ilustrada por
la empírica ‘la casa es negra’ y la a priori ‘dos más dos
son cuatro’. La tesis de Kant en la Crítica consiste en que resulta
posible formular juicios sintéticos a priori. Esta posición
filosófica es conocida como transcendentalismo. Al explicar cómo
es posible este tipo de juicios, Kant consideraba los objetos del mundo
material como incognoscibles en esencia; desde el punto de vista de la
razón, sirven tan sólo como materia pura a partir de la cual
se nutren las sensaciones. Los objetos, en sí mismos, no tienen
existencia, y el espacio y el tiempo pertenecen a la realidad sólo
como parte de la mente, como intuiciones con las que las percepciones son
medidas y valoradas.
Además de estas intuiciones,
Kant afirmó que un número de conceptos a priori, llamados
categorías, también existen. Dividió las categorías
en cuatro grupos: los relativos a la cantidad, que son unidad, pluralidad
y totalidad; los relacionados con la cualidad, que son realidad, negación
y limitación; los que conciernen a la relación, que son sustancia-y-accidente,
causa-y-efecto y reciprocidad; y los que tienen que ver con la modalidad,
que son posibilidad, existencia y necesidad. Las intuiciones y las categorías
se pueden emplear para hacer juicios sobre experiencias y percepciones,
pero, según Kant, no pueden emplearse para que se apliquen sobre
ideas abstractas o conceptos cruciales como libertad y existencia sin que
lleven a inconsecuencias en la forma de binomios de proposiciones contradictorias,
o antinomias, en las que ambos elementos de cada par pueden ser probados
como verdad.
En la Metafísica de
la ética (1797) Kant describe su sistema ético, basado en
la idea de que la razón es la autoridad última de la moral.
Afirmaba en sus páginas que los actos de cualquier clase han de
ser emprendidos desde un sentido del deber que dictase la razón,
y que ningún acto realizado por conveniencia o sólo por obediencia
a la ley o costumbre puede considerarse como moral. Kant describió
dos tipos de órdenes dadas por la razón: el imperativo hipotético
que dispone un curso dado de acción para lograr un fin específico;
y el imperativo categórico que dicta una trayectoria de actuación
que debe ser seguida por su exactitud y necesidad. El imperativo categórico
es la base de la moral y fue resumido por Kant en estas palabras claves:
"Obra como si la máxima de tu acción pudiera ser erigida,
por tu voluntad, en ley universal de la naturaleza".
Las ideas éticas de
Kant son el resultado lógico de su creencia en la libertad fundamental
del individuo, como manifestó en su Crítica de la razón
práctica (1788). No consideraba esta libertad como la libertad no
sometida a las leyes, como en la anarquía, sino más bien
como la libertad del gobierno de sí mismo, la libertad para obedecer
en conciencia las leyes del Universo como se revelan por la razón.
Creía que el bienestar de cada individuo sería considerado,
en sentido estricto, como un fin en sí mismo y que el mundo progresaba
hacia una sociedad ideal donde la razón "obligaría a todo
legislador a crear sus leyes de tal manera que pudieran haber nacido de
la voluntad única de un pueblo entero, y a considerar todo sujeto,
en la medida en que desea ser un ciudadano, partiendo del principio de
si ha estado de acuerdo con esta voluntad". En su tratado La paz perpetua
(1795) Kant aboga por el establecimiento de una federación mundial
de estados republicanos.
Kant ha tenido mayor influencia
que ningún otro filósofo de la era moderna. La filosofía
kantiana, y en especial como la desarrolló el filósofo alemán
Georg Wilhelm Friedrich Hegel, estableció los cimientos sobre los
que se edificó la estructura básica del pensamiento de Karl
Marx. El método dialéctico, utilizado tanto por Hegel como
por Karl Marx, fue un desarrollo del método de razonamiento articulado
por antinomias que Kant aplicó. El filósofo alemán
Johann Fichte, alumno de Kant, rechazó la división del mundo
de su maestro en partes objetivas y subjetivas y elaboró una filosofía
idealista que también influyó de una forma notable en los
socialistas del siglo XIX. Uno de los sucesores de Kant en la Universidad
de Königsberg, Johann Friedrich Herbart, incorporó algunas
de las ideas kantianas a sus sistemas de pedagogía.
Otras obras
Además de sus trabajos
sobre filosofía, Kant escribió numerosos tratados sobre diversas
materias científicas, sobre todo del área de la geografía
física. Su obra más importante en este campo fue Historia
universal de la naturaleza y teoría del cielo (1755), en la que
anticipaba la hipótesis de la formación del Universo a partir
de una nebulosa originaria, hipótesis que fue más tarde desarrollada
por Pierre de Laplace.
Entre otros escritos de Kant
figuran Prolegómenos a toda metafísica futura (1783), Principios
metafísicos de la filosofía natural (1786), Crítica
del juicio (1790) y La religión dentro de los límites de
la razón pura (1793).
Voltaire
(1694-1778)
Nombre supuesto de François
Marie Arouet , escritor y filósofo francés que figura entre
los principales representantes de la Ilustración.
Voltaire nació en
París, el 21 de noviembre de 1694, hijo de un notario. Estudió
con los jesuitas en el colegio Louis-le-Grand.
Primeros
éxitos
Voltaire decidió desde
muy joven emprender una carrera literaria. Comenzó a moverse en
los círculos aristocráticos y pronto fue conocido en todos
los salones de París por su ingenio sarcástico. Varios de
sus escritos, especialmente un libelo en el que acusaba al regente Felipe
II, duque de Orléans, de atroces crímenes, precipitaron su
ingreso en la prisión de la Bastilla. Durante los once meses de
encierro completó su primera tragedia, Edipo, basada en la obra
homónima del dramaturgo griego Sófocles, y comenzó
un poema épico sobre Enrique IV de Francia. Edipo se estrenó
en el Théâtre-Français en 1718 y fue acogida con enorme
entusiasmo. La obra sobre Enrique IV se imprimió anónimamente
en Génova bajo el título de Poème de la ligue (1723).
En su primer poema filosófico, Los pros y los contras, Voltaire
ofrece una elocuente descripción de su visión anticristiana
y su credo deísta de carácter racionalista.
Tras una disputa con un miembro
de una ilustre familia francesa, Voltaire fue encarcelado por segunda vez
en la Bastilla, pero fue liberado al cabo de dos semanas bajo la promesa
de abandonar Francia y establecerse en Inglaterra. Pasó entonces
dos años en Londres, y no tardó en dominar la lengua inglesa.
Con la intención de preparar al público británico
para una edición ampliada de su Poème de la ligue, Voltaire
escribió dos notables ensayos en inglés: uno sobre poesía
épica y otro sobre la historia de las guerras civiles en Francia.
Durante algunos años, el católico y autocrático gobierno
francés prohibió la edición ampliada del Poème
de la ligue, que finalmente adoptó el título de La Henriade.
La aprobación para publicarlo llegó en 1728. Esta obra, una
elocuente defensa de la tolerancia religiosa, obtuvo un éxito sin
precedentes, no sólo en la Francia natal de Voltaire sino en todo
el continente europeo.
Popularidad
en la Corte
En 1728 Voltaire regresó
a Francia. Durante los cuatro años siguientes residió en
París y dedicó la mayor parte de su tiempo a la composición
literaria. La principal obra de este periodo, inspirada en su contacto
durante su estancia en Inglaterra por Pope, Swift, Congreve y Walpole,
es Cartas filosóficas o cartas inglesas (1734), un ataque encubierto
a las instituciones políticas y eclesiásticas francesas que
le causó problemas con las autoridades, y una vez más se
vio obligado a abandonar París. Se refugió entonces en el
Château de Cirey, en el ducado independiente de Lorena. Allí
entabló una larga relación sentimental con la culta aristócrata
Gabrielle Émilie Le Tonnelier de Breteuil, marquesa de Châtelet,
que ejerció sobre él una importante influencia intelectual.
La estancia de Voltaire en
Cirey en compañía de la marquesa de Châtelet fue un
periodo de intensa actividad literaria. Además de un impresionante
número de obras de teatro, escribió Elementos de la filosofía
de Newton, y produjo novelas, cuentos, sátiras y poemas breves.
Esta estancia en Cirey se
vio interrumpida en varias ocasiones. Voltaire viajaba con frecuencia a
París y Versalles, donde, gracias a la influencia de la marquesa
de Pompadour, la famosa amante de Luis XV, se convirtió en uno de
los favoritos de la Corte. En primer lugar fue nombrado historiador de
Francia y más tarde caballero de la Cámara Real. Finalmente,
en 1746, fue elegido miembro de la Academia Francesa (véase Instituto
de Francia). Su Poème de Fontenoy (1745), donde relata la victoria
de los franceses sobre los ingleses durante la Guerra de Sucesión
austríaca, y El siglo de Luis XV, además de otras obras de
teatro como La princesa de Navarra o El triunfo de Trajano, marcaron el
inicio de la relación de Voltaire con la corte de Luis XV.
A la muerte de madame de
Châtelet en 1749, Voltaire aceptó una antigua invitación
de Federico II el Grande para residir de manera permanente en la corte
prusiana. Viajó a Berlín en 1750, pero no permaneció
allí más de dos años, pues su ingenio más bien
ácido chocó con el temperamento autocrático del rey
y fue la causa de frecuentes disputas. Durante su estancia en Berlín
completó El siglo de Luis XIV un estudio histórico sobre
el reinado de ese monarca (1638-1715).
Ataques
a la religión
Por espacio de algunos años
Voltaire llevó una existencia itinerante, pero finalmente se estableció
en Ferney, en 1758, donde pasó los últimos veinte años
de su vida. En el intervalo comprendido entre su regreso de Berlín
y su establecimiento en Ferney, terminó su obra más ambiciosa,
el Ensayo sobre la historia general y sobre las costumbres y el carácter
de las naciones (1756). Esta obra, que no es otra cosa que un estudio del
progreso humano, censura el supernaturalismo y denuncia la religión
y el poder del clero, si bien afirma su creencia en Dios.
Una vez establecido en Ferney,
Voltaire escribió varios poemas filosóficos, como El desastre
de Lisboa (1756), varias novelas satíricas y filosóficas,
entre las que cabe destacar Cándido (1759), la tragedia Tancredo
(1760) y el Diccionario filosófico (1764). Desde la seguridad que
le proporcionaba su retiro, lanzó cientos de pasquines en los que
satirizaba los abusos del poder. Quienes eran perseguidos por sus creencias
encontraron en Voltaire un elocuente y poderoso defensor. El talante de
sus actividades podría resumirse en una frase que el propio autor
empleaba muy a menudo: écrasons l’infâme (‘aplastemos al infame’).
Con esta frase se refería a cualquier forma de religión que
persigue a quienes no la profesan, que practica el fanatismo. Oponía
el deísmo, una religión puramente racional, a la religión
cristiana. En Cándido, Voltaire analiza el problema del mal en el
mundo y describe las atrocidades cometidas a lo largo de la historia en
nombre de la Religión. Voltaire murió el 30 de mayo de 1778
en París.
Crítica
El carácter contradictorio
de Voltaire se refleja tanto en sus escritos como en las opiniones de 80
otros. Parecía capaz
de situarse en los dos polos de cualquier debate, y en opinión de
algunos de sus contemporáneos era poco fiable, avaricioso y sarcástico.
Para otros, sin embargo, era un hombre generoso, entusiasta y sentimental.
Esencialmente, rechazó todo lo que fuera irracional e incomprensible
y animó a sus contemporáneos a luchar activamente contra
la intolerancia, la tiranía y la superstición. Su moral estaba
fundada en la creencia en la libertad de pensamiento y el respeto a todos
los individuos, y sostuvo que la literatura debía ocuparse de los
problemas de su tiempo. Estas opiniones convirtieron a Voltaire en una
figura clave del movimiento filosófico del siglo XVIII ejemplificado
en los escritores de la famosa Enciclopedia francesa. Su defensa de una
literatura comprometida con los problemas sociales hace que Voltaire sea
considerado como un predecesor de escritores del siglo XX como Jean-Paul
Sartre y otros existencialistas franceses.
Todas las obras de Voltaire
contienen pasajes memorables que se distinguen por su elegancia, su perspicacia
y su ingenio. Sin embargo, su poesía y sus obras dramáticas
adolecen a menudo de un exceso de atención a la cuestión
histórica y a la propaganda filosófica. Cabe destacar, entre
otras, las tragedias Brutus (1730), Zaire (1732), Alzire (1736), Mahoma
o el fanatismo (1741), y Mérope (1743); el romance filosófico
Zadig (1747); el poema filosófico Discurso sobre el hombre (1738);
y el estudio histórico Carlos XII (1730).
Leonardo da
Vinci
(1452-1519)
Artista florentino y uno
de los grandes maestros del renacimiento,
famoso como pintor, escultor, arquitecto, ingeniero y científico.
Su profundo amor por el conocimiento y la investigación fue la clave
tanto de su comportamiento artístico como científico. Sus
innovaciones en el campo de la pintura determinaron
la evolución del arte italiano durante más de un siglo después
de su muerte; sus investigaciones científicas —sobre todo en las
áreas de anatomía, óptica e hidráulica— anticiparon
muchos de los avances de la ciencia moderna.
Los comienzos
en florencia
Leonardo nació el
15 de abril de 1452 en el pueblo toscano de Vinci, próximo a Florencia.
Hijo de un rico notario florentino y de una campesina, a mediados de la
década de 1460 la familia se instaló en Florencia, donde
Leonardo recibió la más exquisita educación que esta
ciudad, centro artístico e intelectual de Italia, podía ofrecer.
Leonardo era elegante, persuasivo en la conversación y un extraordinario
músico e improvisador. Hacia 1466 acude a formarse al taller de
Andrea del Verrocchio, figura principal de
su época en el campo de la pintura y escultura. Junto a éste,
Leonardo se inicia en diversas actividades, desde la pintura de retablos
y tablas hasta la elaboración de grandes proyectos escultóricos
en mármol y bronce. En 1472 entra a formar parte del gremio de pintores
de Florencia y en 1476 todavía se le menciona como ayudante de Verrocchio,
en cuya obra El bautismo de Cristo (c. 1470, Uffizi, Florencia), pintó
el ángel arrodillado de la izquierda y el paisaje de matices neblinosos.
En 1478 Leonardo alcanzó
la maestría. Su primer encargo, un retablo para la capilla del Palazzo
Vecchio, del ayuntamiento florentino, no llegó a ejecutarse. Su
primera gran obra, La adoración de los Magos (Uffizi), que dejó
inacabada, se la encargaron los monjes de San Donato de Scopeto, cerca
de Florencia, hacia 1481. Otras obras de su etapa juvenil son la denominada
Madonna Benois (c. 1478, Ermitage, San Petersburgo), el retrato de Ginebra
de Benci (c. 1474, Galería Nacional, Washington) y el inacabado
San Jerónimo (c. 1481, Pinacoteca Vaticana).
Los años
en Milán
En 1482 Leonardo entra al
servicio de Ludovico Sforza, duque de Milán, tras haberle escrito
una carta en la que el artista se ofrecía como pintor, escultor,
arquitecto, además de ingeniero, inventor e hidráulico y
donde afirmaba que podía construir puentes portátiles, que
conocía las técnicas para realizar bombardeos y el cañón,
que podía hacer barcos así como vehículos acorazados,
catapultas y otras máquinas de guerra y que incluso podía
realizar esculturas en mármol, bronce y terracota. De hecho, sirvió
al duque como ingeniero en sus numerosas empresas militares y también
como arquitecto. Además, ayudó al matemático italiano
Luca Pacioli en su célebre obra La divina proporción (1509).
Existen evidencias de que
Leonardo tenía discípulos en Milán, para los cuales
probablemente escribió los textos que más tarde agruparía
en su Tratado de pintura (1651). La obra más importante del periodo
milanés son las dos versiones de la Virgen de las rocas (1483-1485,
Louvre, París; década de 1490-1506-1508, National Gallery,
Londres), donde aplica el esquema compositivo triangular que encierra a
la Virgen, el Niño, san Juan y el ángel, y por otro lado,
utiliza por primera vez la técnica del sfumato (ver definición
en el apartado la obra pictórica). De 1495 a 1497 trabaja en su
obra maestra La última cena, pintura mural para el refectorio del
monasterio de Santa Maria delle Grazie, Milán. Desgraciadamente,
su empleo experimental del óleo sobre yeso seco provocó problemas
técnicos que condujeron a su rápido deterioro hacia el año
1500. Desde 1726 se llevaron a cabo intentos fallidos de restauración
y conservación y en 1977 se inició un programa haciendo uso
de las más modernas tecnologías, como consecuencia del cual
se han experimentado algunas mejoras. Aunque la mayor parte de la superficie
original se ha perdido, la grandiosidad de la composición y la penetración
fisonómica y psicológica de los personajes dan una vaga visión
de su pasado esplendor.
Durante su larga estancia
en Milán, Leonardo también realizó otras pinturas
y dibujos (la mayoría de los cuales
no se conservan), escenografías teatrales, dibujos arquitectónicos
y modelos para la cúpula de la Catedral de Milán. Su mayor
encargo fue el monumento ecuestre en bronce a tamaño colosal de
Francesco Sforza, padre de Ludovico, para su ubicación en el patio
del castillo Sforzesco. Sin embargo, en diciembre de 1499, la familia Sforza
fue expulsada de Milán por las tropas francesas. Leonardo dejó
la estatua inacabada (fue destruida por los arqueros franceses que la usaron
como diana) y regresó a Florencia en 1500. De esta primera etapa
milanesa también cabe citar algunos retratos femeninos como el de
La dama del armiño (Museo Czartoryski, Cracovia).
Retorno
a Florencia
Durante su estancia en Florencia,
viaja un año a Roma. En 1502 Leonardo entra al servicio de César
Borgia, duque de Romaña, hijo del papa Alejandro VI. En su calidad
de arquitecto e ingeniero mayor del duque, Leonardo supervisa las obras
en las fortalezas de los territorios papales del centro de Italia. En 1503,
ya en Florencia, fue miembro de la comisión de artistas encargados
de decidir sobre el adecuado emplazamiento del David de Miguel Ángel
(1501-1504, Academia, Florencia), y también ejerció de ingeniero
en la guerra contra Pisa. Al final de este año comenzó a
planificar la decoración para el gran salón del Palacio de
la Signoria con el tema de la batalla de Anghiari, victoria florentina
en la guerra contra Pisa. Realizó numerosos dibujos y completó
un cartón en 1505, pero nunca llegó
a realizar la pintura en la pared. El cartón se destruyó
en el siglo XVII, conociéndose la composición a través
de copias como la que realizó Petrus Paulus
Rubens.
Durante su segundo periodo
florentino, Leonardo pintó varios retratos, pero el único
que se ha conservado es el de La Gioconda (1503-1506, Louvre, París),
el retrato más famoso de toda la historia de la pintura, también
conocido como Mona Lisa, al identificarse a la modelo con la esposa de
Francesco del Giocondo que llevaba ese nombre, aunque se han barajado varias
hipótesis sobre su verdadera identidad. Si algo merece destacarse
de forma especial es la enigmática sonrisa de la retratada. Parece
ser que Leonardo sentía una gran predilección por esta obra
ya que la llevaba consigo en sus viajes.
Última
etapa de su trayectoria
En 1506 Leonardo regresó
a Milán al servicio del gobernador francés Carlos II Chaumont,
mariscal de Amboise. Al año siguiente fue nombrado pintor de la
corte de Luis XII de Francia, que residía por entonces en la ciudad
italiana. Durante los seis años siguientes Leonardo repartió
su tiempo entre Milán y Florencia, donde a menudo visitaba a sus
hermanastros y hermanastras y cuidaba de su patrimonio. En Milán
continuó sus proyectos de ingeniería y trabajó en
el monumento ecuestre de Gian Giacomo Trivulzio, comandante de las fuerzas
francesas en la ciudad. Aunque el proyecto no se llegó a finalizar,
se conservan dibujos y estudios sobre el mismo. De esta misma época
parece ser la segunda versión de la Virgen de las rocas y Santa
Ana, la Virgen y el Niño (c. 1506-1513, Louvre, París). Desde
1514 a 1516 Leonardo vivió en Roma bajo el mecenazgo de Giuliano
de Medici, hermano del papa León X. Se alojaba en el Palacio del
Belvedere en el Vaticano, ocupándose fundamentalmente de experimentos
científicos y técnicos. En 1516 se traslada a Francia a la
corte de Francisco I, donde pasó sus últimos años
en el castillo de Cloux, cerca de Amboise, en el que murió el 2
de mayo de 1519.
La obra
pictórica
Aunque Leonardo dejara gran
parte de su producción pictórica inacabada, fue un artista
extremadamente innovador e influyente. Al comienzo de su trayectoria su
estilo es similar al de Verrocchio, pero poco a poco abandonó la
manera del maestro en lo que ésta tenía de rigidez o dureza
de líneas en el tratamiento de las figuras y evolucionó hacia
un estilo más libre, de modelado más suave en el que incluyó
efectos atmosféricos. La temprana Adoración de los Magos
introduce una nueva forma de composición, en la que las figuras
principales quedan reagrupadas en el primer plano, mientras que en el fondo
un paisaje con ruinas imaginarias y escenas de batalla se diluye en la
lejanía.
Las innovaciones estilísticas
de Leonardo se hacen patentes en La última Cena, en la que recrea
un tema tradicional de manera completamente nueva. En lugar de mostrar
a los doce Apóstoles aislados, los presenta agrupados de tres en
tres dentro de una dinámica composición. Cristo —en el momento
de anunciar la traición de uno de ellos— sentado en el centro y
teniendo como fondo un triple ventanal en el que un paisaje se difumina
en la distancia, representa un núcleo de serenidad, mientras que
los rostros y gestos de los discípulos exteriorizan el drama que
supone este momento. Leonardo reintroduce, con la monumentalidad de la
escena y volumen de las figuras, un estilo que ya había iniciado
30 años antes Masaccio.
La Gioconda, la obra más
famosa de Leonardo, sobresale tanto por sus innovaciones técnicas
como por el misterio de su legendaria sonrisa. La obra es un ejemplo consumado
de dos técnicas —el sfumato y el claroscuro—
de las que Leonardo fue uno de los primeros grandes maestros. El sfumato
consiste en eliminar los contornos netos y precisos de las líneas
y diluir o difuminar éstos en una especie de neblina que produce
el efecto de inmersión en la atmósfera. En el caso de La
Gioconda el sfumato se hace evidente en las gasas del manto y en la sonrisa.
El claroscuro es la técnica de modelar las formas a través
del contraste de luces y sombras. En el retrato que nos ocupa las sensuales
manos de la modelo reflejan esa modulación luminosa de luz y sombra,
mientras que los contrastes cromáticos apenas los utiliza.
Especialmente interesantes
en la pintura de Leonardo son los fondos de paisaje, en los que introduce
la perspectiva atmosférica (creación
de efectos de lejanía aplicando el sfumato y otros recursos ambientales).
Los grandes maestros del renacimiento en Florencia como Rafael, Andrea
del Sarto y Fra Bartolommeo, aprendieron esta técnica de Leonardo.
Asimismo, transformó la escuela de Milán y, en Parma, la
evolución artística de Correggio está marcada por
la obra de Leonardo.
Los numerosos dibujos que
poseemos de Leonardo revelan su perfección técnica y su maestría
en el estudio de las anatomías humana, de animales y plantas. Estos
dibujos se encuentran repartidos por museos y colecciones europeas como
la del Castillo de Windsor, Inglaterra, que constituye el grupo más
numeroso. Probablemente su dibujo más famoso sea su autorretrato
de anciano (c. 1510-1513, Biblioteca Real, Turín).
Dibujos
escultóricos y arquitectónicos
A causa de que ninguno de
los proyectos escultóricos de Leonardo fue finalizado, el conocimiento
de su arte tridimensional sólo puede hacerse a través de
sus dibujos. Idénticas consideraciones pueden aplicarse a su arquitectura.
Sin embargo, en sus dibujos arquitectónicos, demuestra maestría
en la composición de masas, claridad de expresión y fundamentalmente,
un profundo conocimiento de la antigüedad romana.
Proyectos
científicos y teóricos
Leonardo destacó por
encima de sus contemporáneos como científico. Sus teorías
en este sentido, de igual modo que sus innovaciones artísticas,
se basan en una precisa observación y documentación. Comprendió,
mejor que nadie en su siglo y aún en el siguiente, la importancia
de la observación científica rigurosa. Desgraciadamente,
del mismo modo que frecuentemente podía fracasar a la hora de rematar
un proyecto artístico, nunca concluyó sus planificados tratados
sobre una diversidad de materias científicas, cuyas teorías
nos han llegado a través de anotaciones manuscritas. Los descubrimientos
de Leonardo no se difundieron en su época debido a que suponían
un avance tan grande que los hacía indescifrables, hasta tal punto
que, de haberse publicado, hubieran revolucionado la ciencia del siglo
XVI. De hecho, Leonardo anticipa muchos descubrimientos de los tiempos
modernos. En el campo de la anatomía estudió la circulación
sanguínea y el funcionamiento del ojo. Realizó descubrimientos
en meteorología y geología, conoció el efecto de la
luna sobre las mareas, anticipó las concepciones modernas sobre
la formación de los continentes y conjeturó sobre el origen
de las conchas fosilizadas. Por otro lado, es uno de los inventores de
la hidráulica y probablemente descubrió el hidrómetro;
su programa para la canalización de los ríos todavía
posee valor práctico. Inventó un gran número de máquinas
ingeniosas, entre ellas un traje de buzo, y especialmente sus máquinas
voladoras, que, aunque sin aplicación práctica inmediata,
establecieron algunos principios de la aerodinámica.
Un creador en todas las ramas
del arte, un descubridor en la mayoría de los campos de la ciencia,
un innovador en el terreno tecnológico, Leonardo merece por ello,
quizá más que ningún otro, el título de Homo
universalis.